- Y… depende. Depende de qué extremidad prefieras que te tironeen los de allá arriba. Y, vos sabés, con “allá arriba” no estoy refiriéndome a ninguna deidad ni ente religioso. Esta vez te dieron en el tobillo débil, o lo que es peor, vos se lo dejaste en bandeja y con moño, y ya ni sé porque es que a veces hacés esas cosas…-
- No las hago. Es que… es la angustia -
- ¿Heidegger? -
- Él es la explicación, no la causa, no confundas. Hablo de otra cosa. Algo tan simple como salir a la calle: la gente, sus caras largas, los empujones, las quejas, los autos, las puteadas, las bocinas, los mendigos, los chicos pidiendo, los chicos tomando. “Simple”, como verás, la ironía ya toma por sorpresa hasta al enunciador. Uno salió a comprar un cuartito de pan, y ¿cómo vuelve? Vuelve, y eso es mucho. Volvés, después de haberle rogado a alguien que no te robe, ¿entendés lo que es eso? Pedir que no te saquen lo que es tuyo. -
- Si es que es tuyo…-
- Sí, y esa es una cuestión aún más profunda, esa… Y así estamos, poniéndole nombre hasta las monedas, gritándole a los fósforos que no prenden y llorando por la abeja que cayó muerta en nuestro pasillo. El sol se aleja pero no nos dormimos, es una eterna vigilia y el ojo abierto te silba en el estómago. Quedás así, no salís sino hasta el día siguiente que volvés a entrar. Con la diferencia de que es otro día para el calendario. Y te convertís en tu propio quemacocos, porque no hay manera, ¿qué hacer? ¿ir a romper cada y uno de los cartelitos amarillos que me dicen gracias por votarlo? -
- …vos no fuiste a votar, tenías fiebre. -
- …es lo mismo. Qué mentira que es la democracia, qué gran mentira. Vernant no mentía cuando decía que desde los romanos nos vienen metiendo el dedo en el orto, y gozan tanto la manera más legal de dominar en masa. Tomen, acá tienen su ley y sus derechos, jueguen un ratito a que son libres, jueguen a elegir, juguemos todos a que este es un sistema abierto y limpio. Nos comimos entre nosotros generación tras generación, ahora queda solamente la bilis endemoniada que ya nadie quiere tocar… -
- Sí, nena, ya lo sabemos, pero, ¿qué querés? Yo no sé cómo se arregla, pero tenés que estar acá. Toda vos, no sólo ese cuerpito con 6 kilos menos que veo delante mío. Tenés que estar porque estar es la única manera que conozco de… de no sé, de reaccionar. Vos ya te despertaste, pero la reacción te está costando un poquito más. Y quizá te cueste toda la vida -
- La vida… -
- No, eso no. Vos lo dijiste, basta salir a la calle para tener ganas de tirarte de un quinto piso, o mandarte todo el frasquito de rivotril. Pero no lo hacés. No lo hiciste. Te armaste de un cable a tierra y no te electrocutaste con él. Y eso ya es bastante…y esto. Esto va a pasar sin pasar, si entendés lo que quiero decir. Ya pasaste una línea, creo yo, que no tiene retorno. Pero frenar no, nena. Y llorar, tampoco, que ni que… -
- ¿…qué? Ni se te ocurra mencionar la palabra con a, que no se trata de eso y lo sabés.-
- Jaja… está bien. No digo nada. Pero eso con “a” que tanto te está doliendo, está agonizando, y creo que está es su última gran jugadita.-
- … -
- Enojáte, pero yo creo que es así. No la descalifiques por ser joven, che, que la adolescencia te ha
dado más de una lección de vida.-
- Pf. Era obvio que todo lo ibas a reducir a eso. Hacéme un favor, y convertite en psicólogo, querés.-
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