7.11.17

ballotage

cuando salí del baño de su casa yo todavía pensaba que íbamos a ir al cine, de verdad. no me esperaba ni el vinilo de pj harvey ni el cambió lumínico del living, que se había vuelto cálido, como más suave. era evidente que ahí había una decisión estética, una puesta en escena que hablaba más de él que de lo que ahí estaba por ocurrir. y les juro, no estaba esperándolo, es decir: salí del baño y entendí todo pero, ey, yo hubiera podido ir al cine. no es que no quisiese conocer su casa, besarlo, caminar por el piso de madera en bombacha en busca de agua. no, todo eso estuvo bien. pero antes pensé otras cosas: una birra en algún bar, sentarnos en el balcón a contarnos cosas, cosas íntimas. mi mano rozándolo sin querer y con torpeza porque de otra manera no me sale. o cruzarnos en un recital y bailar cerquita con las luces en la cara y un montón de droga encima. en realidad no sé, ¿le gustará bailar? ¿andar en bici? ¿qué le habrán roto más, el corazón o la cabeza? hablamos un montón pero mirar al otro respirar agitado, reconocerlo en la oscuridad, olernos y no saber quiénes somos, eso es otra cosa. "¿a quién votaste"? le pregunté, teníamos apenas una sábana encima. me miró extrañadísimo pero, ¿quién hablaba de otra cosa en el 2015? mi ex novio solía decir que tengo la costumbre de preguntar muchas cosas. entendía que había algo de chequear el estado de la situación, corroborar concordancias, repensar diferencias, estudiar progresiones en nuestros gustos y comportamientos. siempre creí fundamental medir estos puntos de contactos y distancias; son las cosas que hablan de cada uno, de lo que somos. siempre necesité la tranquilidad de sabernos en el mismo barrio, militando las mismas consignas. cuando nos dejamos para siempre los límites se agudizaron, los márgenes de tolerancia se hicieron más finitos. las cosas terminaron y hubo traiciones, pánico a los otros, miedo de quedar por fuera de una zona segura, con míos, con los nuestros, con los que estaban conmigo y no con él: los enemigos. le pregunté, entonces, porque necesitaba saber, porque el instinto no me falla pero necesiataba estar segura, mirar, por las dudas, a todos con desconfianza. incluso a él, desnudo sobre su cama y a sólo un momento de habernos dado un montón de placer. 
"a scioli", me respondió y algo adentro se aflojó. me recosté a su lado tranquila, en silencio, mientras  las luces de la calle caían sobre las ramas del árbol que asomaba por su balcón.

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