29.7.16

29-7

me subo al subte rápido sin realmente mirar a nada. este inverno se dividió entre las veces que fui la chica con un vaso térmico en una mano y un paraguas en el otro intentando abrir en vano las puertas de un subte de la línea B, y las veces como hoy: fantasmagórica y retrato vivo de la inercia. y hoy me subí al subte así, con el quilombo de mi pelo todo lleno de hebillas enrolladas entre el pedazo de frazada que me insisto bufanda, como si todo el resto de las telas no fuesen suficientes, y la cara pálida de quien no desayuna hace días. celebro sin ninguna mueca que hay lugar gracias a las vacaciones de invierno o la feria judicial o quien sabe. al toque diviso un chico sentado con una guitarra y una nena a upa. me ubico cerca, los siento vívidos y yo medio moribunda pero siempre tendiendo a la vida, ¿no? esa condena del optimismo del que nunca me pude zafar. no paran de hablar, ella debe tener poco más de 2 años y es adorable. él es inmenso a su lado, pelo largo atado con rodete canchero que se lleva la atención del subte entero. me les pongo cerca y ella me mira fijo; "¿qué animales vimos ayer?" le pregunta él, "jirafa no, elefante no, caballo no", enumera con una pronunciación que nos enamora a todos. él se ríe y le dice: bueno, "¿qué otros animales no vimos ayer?", y el juego sigue. ojalá se te pase lo de responder por la negativa, pienso. esa manía de que te enuncien por lo que sí y vos respondas por lo que no, ojalá se te pase, ojalá puedas otra cosa. la nena me mira fijo de nuevo y dice con pronunciación impecable: "no hay lugar para vos" y me corre la mano. yo la miro no estando segura de lo que oí y el padre se ríe, la reta falsamente, le dice que no, que no diga eso, que sí hay lugar. siguen hablando de los animales pero esta vez ella dice "pato". pato sí vimos ayer, sí, ¿y qué más vimos? me pierdo en la dinámica de la que no formo parte. no hay lugar para mí en esa relación, ni en esta, ni en ese vagón, ni siquiera en el día de hoy. me siento nómade de sentimientos: no hay lugar para mí en el cariño de nadie que quiera dármelo. te iba a dejar para siempre pero estuve muy ocupada insistiendo en que mejor lo hagas vos. me reconozco en esa cobardía; hay una diferencia en ejecutar la pala que levanta la tierra y ser directamente la que aprieta el gatillo. no me tengo lástima, cielo. me tengo terror. se me llena la cara de lágrimas que disfrazo de un resfrío y justo se desocupa un asiento contiguo. me siento, me contengo. los miro hablar y quererse, ella toda pequeña y de ojos azules como el egeo, el con su mochila y su guitarra a los pies. siento una puntada en el pecho que reconozco de hace años, la taquicardia subiéndome por la garganta. la nena me mira y el padre interrumpe: "¿viste que había lugar?". ella asiente, se ríe y me mira. "sí". tiemblo, quiero salir corriendo, agarrar una valija, tomarme un avión. soy una toma de rehenes y estoy destruyéndolo todo sin dejar en claro ninguna de mis demandas. soy una toma de rehenes de un banco vacío, de una cárcel sin reclusos. por favor no te vayas: agarrame la mano, doblámela, fuerte. sacame el arma. el padre agarró a la nena a upa y se bajaron una estación antes que yo. no les hice daño, ¿sabés? no creo, sin embargo, que hubiese lugar para mí. el nomadismo es mi táctica de combate afectivo. si me quedo, te voy a querer para siempre. 
no sé amar de otra manera.

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