3.7.14

decálogo existencialista

1. mi amiga laura se diplomó. no sé exactamente en qué, algo de fotografía y algo de parís. me pongo feliz a la distancia, la extraño un poco más. miro sus fotos, sus paisajes. algo me atraviesa fuerte el cuerpo. la nostalgia.
2. hay un límite entre tener puntos de vista diferentes con tu jefa y estar convencida de que es una mediocre. hay un antes y un después, algo cambia, el vector que resulta de mi mirada hacia sus palabras de supuesta autoridad se tuerce. algo se complica, algo se relaja para siempre.
3. trabajo en una oficina en la administración pública. cumplo un horario, a veces flexible, pero generalmente de 10 a 18. redacto notas, leo pliegos, conozco las diferentes licitaciones. manejo agendas, la sala de reuniones, tengo ordenadas carpetas con remitos, entradas y salidas. a veces me presionan mucho de distintas áreas porque algo no salió o tiene que salir urgente. otras veces simplemente me siento en este escritorio a pensar si está bien que esto sea un tercio de mis días. el teléfono suena, atiendo con voz dulce, mientras veo el sol caer desde una ventana a lo lejos, sintiendo que eso es el tiempo.
4. a los nueve años concluí mi primer diario íntimo con la convicción de que mi vida la iba a dedicar a escribir. a los dieciocho años me inscribí en la carrera de letras pese a todas las palabras en contra que me decían: esa carrera forma críticos y destruye escritores. cuando cumplí veinte años terminé mi primer cuatrimestre en puan absolutamente convencida de que nunca en mi vida iba a ser escritora. necesitaba otro plan.
5. a los veintitrés dejé puan. a los veinticuatro dejé puan. a los veintiséis dejé puan. hoy tengo veintisiete años y estoy a ocho materias de recibirme. hace exactamente tres meses fran, sentado en mi balcón a las cinco de la mañana y con un whisky en la mano, me dijo que él creía en mí y que ya era tiempo de que tome la decisión de una vez y para siempre. esa noche supe que nunca iba a ser escritora.
6. miro una foto del barrio de belleville en parís, leo un mail mala onda de mi jefa, sentada en mi escritorio, donde las notas se acumulan como el polvo de la impresora. siento como todo se vuelve un mash up de sinsentidos adentro de mi cabeza.
7. los mails de mi jefa me angustian como cuando estoy en la bici y una cuatro por cuatro me acorrala entre su inmensidad y el cordón de la vereda. pero la angustia a veces es fructífera, a veces se vuelve fuerza. salto con la bici a la vereda de la verdad: gracias a tu mail de mierda estoy absolutamente convencida de que voy a hacer todo lo que el cuerpo me de para dedicarme a las cosas que amo, y no pasar ni un minuto más en esta oficina psicótica rodeada de gente horrible como vos.
8. me tranquilizo. escribo para una revista la reseña de un libro que me cambió la vida. pongo una foto de lau de wallpaper. cierro los ojos, el sol que sale de ese verano dos años atrás me atraviesa la cara para pegar directamente en todo lo que será mañana.
9. usa tu odio para el bien común. usa tu odio para el bien común. usa tu odio para el bien común.
10. nunca voy a ser escritora porque no tengo reglas conmigo misma, no tengo disciplina, no cumplo plazos. en vez de eso, me desahogo. las teclas son el diván de mis dedos ansiosos. mi trabajo son todos los puentes que necesito para tomar las decisiones de los nunca más. todo futuro es incierto. toda demanda es una demanda de amor.

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