21.6.14

treinta y seis días después

lu me dice que vayamos a ver a él mató que toca en un par de semanas. hace poco soñé con esto, y trato de acordarme. la última vez que fui a ver a él mató, pedaleé desde colegiales a saavedra. visité a mi abuela, lamento mucho no recordar de qué hablamos. los sueños son así. a la tarde pasé por el poly. charlé con los chicos, los poquitos que estaban. no me crucé con v. y eso fue un alivio. o una decepción. al ratito estaba de vuelta arriba de la bici, me fui recordándoles que esa noche habría una fiesta en mi casa. sentí que ninguno iba a venir. a la puerta de groove llegué en moto. todavía no sabíamos que a diego le iba a bajar la presión y que yo lo iba a sacar por la puerta de emergencia casi desmayado. antes de eso lloré escuchando a mariano cantar no es casual estar acá, y traté de explicarle a diego que una vez yo estaba caminando escuchando mi amigo invencible y me crucé con v. por la calle y mientras él me decía hola estoy apurado chau, mis oídos escuchaban y no es casualidad encontrarnos acá, tan perdidamente vivos. pero no sé si lo entendió porque diego a veces es así, o porque tal vez ya no tenía suficiente sangre en la cabeza. a él mató lo vimos desde arriba, sentados. la espera fue larga y lloramos los dos. diego recordó a su ex novia con esa tristeza del que sabe que todo eso era el pasado y nunca más iba a volver. no esperaba preguntas pero diego a veces es impredecible, algo que siempre me va a parecer hermoso. ¿qué era lo que más me gustaba de v. cuando estaba feliz? a la mañana, cuando se despertaba de buen humor y se le dibujaba la sonrisa en toda la cara, me preguntaba qué quería desayunar y seguía sonriendo. de qué te reís pelotuda, me decía, y después se ponía una remera y sacaba la mermelada de la heladera. no tenía planeado hablar de él ni de mis sentimientos. pero los sueños son así, uno no hace planes. con los ojos todavía húmedos, el corazón un poco a flor de piel y diego ya recompuesto, escuchamos tema tras tema. la cara se me volvió a empapar cuando sonó el fuego que hemos construido. no me acuerdo bien si diego se dio cuenta y me dio la mano o el brazo o alguna extremidad en señal de ey, estoy acá. escuché la canción mientras el cuerpo entero se me rompía pensando en todo lo que lo quería, con la tristeza del que no tiene ni idea si ese pasado iba o no iba a volver. todavía no sabía que no iba a volver nunca. todavía no sabía que con esa intensidad adentro mío me iba a ir del recital, me iba a tomar el 12 y cuarenta minutos después iba a estar entrando a mi casa llena de gente y música. me iba a sacar la remerita recital, iba a llorar un poco más, ponerme un vestido, tomar un cuarto de ácido, bailar hasta las siete de la mañana y dormir con uno de sus mejores amigos (pero los sueños son así). despertarme con resaca de anfetaminas y escribirle un mail sentimental, el primero y último de todos. no sabía que diez días después me iba prometer un llamado que nunca devolvió, que trece días después iba a pasar de casualidad por la calle billinghurst y ver a lo alto un cartel de alquila de la que sería mi futura casa. que treinta y cinco días después me iba a mudar llena de miedos, y que a la mañana siguiente, treinta y seis días después de ese recital, me iba a enterar que estaba embarazada. pero los sueños son así.

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