7.5.18

lo que aprendí a recordar

1. cuando tenés dos trabajos a veces puede pasar que tu cuerpo se canse mucho. el otro día tuve fiebre y tomé un té de jengibre que me recordó así, pum, a ese día que llegamos a tu casa congelados y lo único que tenías era té de jengibre. como puedo ser muchas cosas, muchas horribles que bien sé que pensás, pero de ninguna manera soy descortés, no te dije que odiaba el jengibre y me lo tomé igual. me senté en mi cama a llorar y dejar que el vapor se mezcle con las lágrimas empañándome la cara. la fiebre bajó después de un litro de té y una catarata de recuerdos que tenía enterrados desde esa pelea por la tarde que terminó con la pantalla de mi celular rota. tres cosas descubrí: que te quería, que me dolía y que el té de jengibre no estaba tan mal.

2. ninguno de mis abuelos, ni los muertos ni los vivos, sufrió de pérdida de memoria. pero los años no vienen solos, y es cierto, alguna que otra cosa ya no recordaban. "tu abuela se acuerda de lo que quiere y el resto se hace la boluda", me decía mi tía. algo de eso había. desde que soy chica tengo ese mecanismo de defensa personal, mis propias armas de combate sentimental. excuso mala memoria pero cuántos números de teléfono puedo recitar de memoria, cuántos detalles de la gente que amé, colores de ojos, tus manos, las líneas de tus manos, el tamaño, el color. cuando nos estábamos por separar pero aún no lo sabíamos, yo estaba estudiando piano y había una canción de regina spektor que estaba empecinada en sacar. la tocaba mal, la cantaba peor, pero lo intentaba. las clases duraron poco y nuestra separación un montón, vos sin embargo tuviste un gesto de amor, de esos que solías tener, impolutos, únicos, digo, a pesar de la violencia que se avecinaba, de la traición, eso te concedo, tuviste los gestos de amor más grandes que alguna vez vi, y este fue uno chiquito pero hermoso: te aprendiste la canción en guitarra, me la cantabas mientras yo trabajaba desde tu casa, estudiaba, escribía monografías. me la cantabas y me enseñabas cómo, yo mucha atención no te prestaba y siempre quise disculparme por eso, por lo de hacer como que no te escuchaba. el otro día estuve un día entero intentando recordar el nombre pero uf, las defensas están altas, la inmunoglobulina e disparada al doble, sabés; mi cuerpo se defiende no sabemos bien de qué o ante qué, pero tiene listos los francotiradores. tuve que hacer fuerza hasta que apareció, atravesar la trinchera con calma: ey, bajen las armas, no pasa nada. la recordé. el cuerpo se me inundó de lo mejor de vos. quise perdonarte. desarte lo mejor. después no sé. después cargar el arma, después apuntar.

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