14.10.15

me caen todos mal menos mi novio

a emiliano y a Dios.


en el tercer piso de la calle billinghurst
de mi pequeño, pequeñísimo
abismo

hay un solo cuerpo que reconozco como ajeno
que intuyo propio

a veces el silencio es una enciclopedia
de demonios que se liberan en el momento exacto
en el que no digo
en el que no puedo
en el que no puedo decir nada

a veces decir cosas y perforar puertas con un taladro son lo mismo

pero entonces estoy yo, en el tercer piso
de mi gigantesco silencio
apapachada en el cónfort de no salir nunca de mí
para siempre contenida en mí misma

me caen todos mal,
les tengo fobia a todos.

vos me mirás desde el otro lado de la ventana,
doblás las piernas, movés los dedos de las manos
diabólicamente
tus ojos son la peor tormenta del sindicato de tormentas
dos esferas azules que arrancan los ojos de quienes miran

posición esfinge, te quedás quieto y convulsionás.

sabés:
la única manera de seguir vivo es estando maníaco


te esquivo en la habitación en la que no estás,
intento otras cosas:

mirar para arriba, mirarlo a Dios:
no soy una guerra con Corea
ya está bien con el napalm
ya se murió todo mi ejército

mirarlo a Dios a los ojos,
al terrorista de Dios

ya está bien,
no quedan más trincheras
me llevás a la yunga y me destruis las banderas blancas
no me queda nada, te digo
que no te quede nada, me decís: despojate de todo

estoy sola, frente al abismo
de espaldas a vos
te acercás
y con tu mano, en mi cuello
un movimiento:
me empujás:

al precipicio de todo a lo que le tengo miedo

caigo
todos caemos
caer es necesario,
abrirme el brazo, mostrarte las venas
que la sangre nos manche la casa entera,

es necesario.


empapados, de la sangre
de la mía y de la tuya, de la sangre de cristo
nos miramos:

"dejá de tener miedo", me decís, en voz baja:
"el infierno, vas a ser vos
el monstruo vas a ser vos
y te los vas a devorar a todos
uno
por uno".












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