11.6.15

el invierno ya nunca

del tiempo que pasa delante nuestro
de las horas que no sabemos que están
sucediendo, una imagen, congelada:
tu brazo mamífero dándome la vuelta
tu cuerpito todo encima
todo lo que sale de vos y estás transpirando un montón creo que
no te das cuenta y me despierto empapada
no entiendo por qué tengo todavía la ropa puesta por qué
vos tenés la culpa puesta
porque hace una decena de meses te dije eso que
leí en un soneto que ni vos te acordás
porque vos tampoco me escuchás cuando
decís que escuchás
te dije y hoy te repito que yo
no me saco con vos la calentura
sino la soledad, querido mío
el frío de la intemperie de este día
todavía no lo entendés como tampoco
entendés que a mí me tenés que leer en escala de grises
en los claros y oscuros que cada uno lleva encima y
yo creo que mis claros te iluminan y
mis oscuridades a veces también y a veces
te muestran el camino del pantano que
no querés atravesar y te digo,
que es la única forma, la única manera
la escala de grises el otoño en junio
el pantano el vacío el miedo
es la única forma y vos y yo
abrazados en la cama de una plaza en la piecita más pequeña de la calle aguilar
y se eleva por encima de nosotros toda la humedad de la ciudad
toda la espesura en gris medio jugando al cúmulus nimbus
cargando y descargando arriba de nuestros cuerpos abrazados mientras
vos y yo cargamos y descargamos de tu brazo a mi brazo
del temblor del hervor que soy yo al lado tuyo
que sos vos pinchando y pinchando y pinchando
en mi talón de aquiles que resultó ser todo el calor de tu cuerpo
todo el amor que no sabés que tenés y yo tampoco
pero la noche, el lado b de los días
tus ojos, cerrados
son bolas de fuego esmeralda
los míos
dos almendras
te los doy
te dejo
es todo lo que soy, todo lo que tengo:
la calma
de estar juntos
la incerteza
de las horas
cayendo
hacia el este:
la estación a la que ya nunca más le voy a tener miedo.






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