9.8.14

la vuelta al mundo en ochenta vivencias

crecer es muchas cosas. crecer no es envejecer. envejecer es otro camino. crecer no es acumular años, pero sí experiencias. con el tiempo sé que hay cosas que pasan porque crecí. cosas que me pesan menos; tantas otras que cargo con dificultad. la vuelta al mundo en ochenta vivencias. hay algo muy claro en la manera que tengo de rechazar algunas cosas: crecer también es saber lo que ya no querés, ni vas a volver a querer nunca. ciertas formas de maltrato. ciertas maneras de malgastar el tiempo. el drama, la intensidad de lo que no se sustenta fácticamente. la expectativa no es una forma de vida, no; tener eso por cierto, por aprendido. las tardes de sol, jugar con las comidas, los paseos en bici. las ganas de más. vivir de a dos. vivir con la tranquilidad de que la mayoría de las cosas no se sabrán ni acá ni ahora. y eso nos importa un carajo. de que es más interesante la calma de los días que se suceden, las mil maneras que uno tiene de mirar al otro y seguir conociéndolo hasta el infinito; la emoción de descubrir un gesto nuevo, un modo de fruncir la cara, de mover la boca. el otro sintiendo la vida y uno ahí observándolo todo, pura novedad. el entusiasmo de descubrirlo como nunca antes; vivir los días así, soleados, en la calma de un viento que sopla y ya no será en contra. crecer fue entender que prefiero estar tranquila a estar exultante, que elijo la quietud de la continuidad a la intensidad de sentirlotodotodoeltiempo. crecer, juntos. pero con cariño. nunca más maltratos, nunca más formas del egoísmo. nunca más el otro enfrente mío vomitándome sus verdades como dos dedos apretando fuerte mi glotis. la demanda no se negocia, la brutalidad tampoco. no se negocia más las inseguridades propias enroscando todo ese cariño que el otro te está dando. el amor primero, la amistad primero, como la conocemos y la reivindicamos: sin humo y sin veneno.

no transes con la yuta.

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