4.8.13

la voz indie que tengo en mi cabeza

el gesto de un texto recitado mentalmente en las somnolencias de la vuelta a casa en 39, ya en horario trasnoche y con medio litro de cerveza encima (ni tanto pero suficiente), no puede ser reproducido un jueves de lluvia y jornada laboral obligatoria. sin embargo, sé, que entre el absurdo de pensamientos, hubo algo de esto :

La voz indie que tengo en mi cabeza

El asunto radica en el momento en que sentimos la vuelta a casa como un fracaso cuando en realidad es puro triunfo. Sentarme, abrir a Vicente y leer "Nulú Bonsai" en uno de sus versos y que las lágrimas me empiecen a recorrer la cara de a una, sin velocidad, no puede ser otra cosa que un triunfo. El chico parado a mi derecha, cuyo ángulo le permite espiar mi libro a la perfección, asoma la cabeza, curioso, chica-llora-en-colectivo y quién carajo es Vicente Luy. Cada saltito que nos regala el empedrado obliga a chico a reacomodarse para poder seguir interviniendo en la escena, mientras que a mí el abdomen se me golpea y toda yo me veo retorcida por el litro de Heineken acumulados en mi vejiga. Es que no te dije nada porque, aunque de verdad me estaba muriendo de dolor, qué ibas a pensar, la mejor excusa de todas para entrar en la planta baja d de droga y con algo de suerte llovería y nadie tendría que pensar en cómo me iba a ir de ahí. Imagino tu respuesta, "me lo hubieras pedido", esquivándolo todo. Pero es que hay cosas que no se piden, ¿sabés? Y no nos vamos a poner moralistas, pero es así, nadie las pide. Un vaso de agua, un baño, un beso. Así me fui y te fuiste y todo empezó a prenderse fuego: adentro mío, en los ojos del chico del colectivo, en las palabras de Vicente que son como el holy holy holy holy holy holy holy de Allen pero en variación. Es que somos así, yo lo sé y vos también, el horror mismo y pareciera que no tenemos remedio: vivimos con una voz indie en la cabeza que nos atormenta y claro que si te encontré en esa esquina es por algo, convencida como vos de que un encuentro casual era lo menos casual en nuestras vidas, y que la gente que se da citas precisas es la misma que necesita papel rayado para escribirse; dejemos transcurrir el invierno sin abrigo y sentémonos en este escalón a ver cómo la cerveza se va vaciando y no se nos cae ni un sentimiento, ni una confesión. Total, qué queda después, un viaje de vuelta aguantando para que el líquido no baje y también hablo del llanto, ese que nunca queda bien y menos si es arriba de un transporte público. Y yo realmente creo que vos te vas y también pensás, que para mí la operación del amor es tan sencilla, que me curaré antes que vos y eso que te quiero como vos no me querés. Claro que me curaré, porque vivo en la salud, porque después de vos será cualquier otro. Pero hoy sos vos. Y la vida no es en absoluto una polaroid.

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