9.1.13

8.1.13 19 hs.

toda propuesta ridícula muy probablemente nos lleve a acciones ridículas. sé que lo sé, y sé que me hago cargo de eso (porque, nuevamente, creo ser de las que se hacen cargo). cambiar un pasaje a último momento sin motivo alguno, comprarle regalos a gente con la que ya no hablás, sentarte una hora en una plaza a esperar a alguien que, sabés, no va a ir. caminar por la rue de seine o por scalabrini ortiz finalmente es lo mismo, la búsqueda de rostros que no están ahí ni van a estarlo (porque no todos son, en efecto, de los que se hacen cargo). recuerdo una noche que, perdida, me topé con el jardin du palais royal. absolutamente a oscuras me senté frente a la fuente, una cantidad de tiempo que sólo dependía de mí (y, tal vez, del horario de cierre del louvre, aunque tampoco me importaba tanto). decidir sentarte y esperar o levantarte y seguir: paradojas de las grandes decisiones que en realidad no lo son tanto. así me senté, entonces, en la placita costa rica, redoblantes y platillos de fondo, final esperado. pero no importa. ahí tenía que estar como tenía que estar sentada por horas en el pont neuf: es un puente, es de cemento, hay turistas por doquier y cientos de autos y buses atravesándola sin descanso (es un puente, nena, para eso están). no buscás ni esperás realmente nada, pero tenés que estar ahí. decidir vivir, seguir, necesitar esos vacíos. el cielo está casi naranja y suenan algunos truenos de fondo. no va a venir, los truenos están de más. alrededor de la fuente se concentran varias personas que llevaron a sus mascotas caninas a recrearse; felices, se mojan las patas en el poco restante de agua que queda, saltan los unos con los otros ofreciéndonos un espectáculo de optimismo: los perros juegan felices y no se ladran, nosotros también podemos. alejándome un poco, me siento en un círculo de banquitos bien separados. a mi izquierda, un chico lindo lee un libro. a mi derecha, una parejita se come a besos. enfrente dos chicos de rulos parecen estar planificando algo. me ubico de manera incómoda (porque ya sé que no vas a venir, pero tengo que mirar igual), decido ponerme a leer para matar la hora reglamentaria de espera. capitulo 23 y me contorsiono para que la tapa no se vea, nuevamente actos ridículos: ya sé, no tengo 18 años, pero me estaba yendo a parís y tenía que. en los jardines du palais royal no había luz y las cuestiones eran otras: mimetizarse, que no se dieran cuenta que en el fondo un poco de temor tenía de estar a oscuras en una plaza, que no se dieran cuenta que casa está muy lejos. pienso en lo gracioso de las casualidades, recuerdo que hace 7 años también me aburrió la historia de berthe trépat pero el nombre de su amante no me significaba nada. busco cómplices, no puede ser, me digo, miren todos, lean el nombre, yo acá y leyendo este nombre. agarro mi lapicera y subrayo: "Hay ausencias que representan un verdadero triunfo- articuló increíblemente Oliveira". me siento bien conmigo misma, y pienso: parís fue un poco eso, esperar algo que sabía iba a estar ausente. pero de todas maneras tenía que esperar y triunfar que por qué no es asimismo fracasar. pienso que el problema en realidad está en que decidas venir. porque estamos destinados al fracaso, y lo digo desde el mejor de los lugares, ahuyentando todo melodrama y pobreza narrativa. "todo lo que podemos hacer juntos es fracasar", me repito, pensando de qué manera todo el resto de las posibilidades no sería también un fracaso. enamorarse es un fracaso, empezar y terminar algo es un fracaso, aún en el triunfo se fracasa. estudiar, fracasar. conseguir un título, fracasar. trabajar, ganar un sueldo, independizarte, viajar, tener hijos: todos fracasos. lo mismo voy a quererte, y es el más lindo de los fracasos. esperarte y ganarme una ausencia, un fracaso pedagógico. miro a mi alrededor, ya queda poca luz. empiezo a sentir que el tiempo fue suficiente, que el fracaso fue suficiente. me paro, miro a mi alrededor por última vez. (como miré en el palais royal sintiendo, obligadamente, que esa realmente podía ser una última vez). todas mis decisiones me sirven. todas las plazas me enseñan. todo fracaso es fortuna.

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