30.11.10

Marx, por Bakunin.

Mijaíl Alexándrovich Bakunin [1871]

Lo encontré por primera vez en 1844 en París. Yo era emigrante. Tuvimos bastante amistad. por aquel entonces él ya estaba adelantado -aunque no más adelantado- es incomparablemente más erudito que yo. Entonces yo no entendía absolutamente nada de economía; no me había liberado todavía de las abstracciones metafísicas y mi socialismo brotaba sólo del instinto. Aunque más jóven que yo, él era ateo, materialista, erudito y pensador socialista. Precisamente en aquella época elaboró las primeras bases de su actual sistema. Nos encontramos en numerosas ocasiones, pues yo le admiraba mucho a causa de su ciencia y su entrega seria y apasionada a la causa del proletariado, aunque ésta estuviera entremezclada siempre con vanidad personal. Y yo buscaba ansiosamente las conversaciones con él, siempre instructivas e ingeniosas, cuando no las animaba un odio mezquino, cosa que por desgracia ocurría con harta frecuencia. Ahora bien, nunca existió entre nosotros una franca intimidad. Nuestros temperamentos no se avenían. Él me llamaba idealista sentimental, y tenía razón. Yo le llamaba hombre presumido, pérfido y astuto, y también tenía razón.

1844/45



Mijaíl Alexándrovich Bakunin [187]

El principal propagandista del socialismo en Alemania era Karl Marx. Ha desempeñado un papel tan importante en el movimiento socialista del proletariado alemán, que resulta imposible pasar de largo ante esa notable personalidad sin intentar su descripción con ayuda de algunos rasgos auténticos.
El señor Marx es de ascendencia judía. Reúne en sí todas las propiedades buenas y malas de esa inteligente raza. En ocasiones, según afirman algunos, su nerviosismo llega hasta la cobardía. Al igual que Jehová, el dios de sus antepasados, es extremadamente altivo y ambicioso, pendenciero, intolerante y absolutista. Su deseo de venganza raya en la locura. No vacila en mentir ni en difamar a quienes tuvieron la desgracia de provocar su envidia y enemistad. No vacila ni tan sólo en las más viles intrigas, si con ello cree poder mejorar su posición y su influencia, o ampliar su poder. En ese sentido es un político.
Éstas han sido, por lo tanto, sus malas propiedades. Pasemos ahora a las buenas. Es muy inteligente y dispone de unos conocimientos extremadamente amplios. [...]
Pocas veces se encuentra un hombre que disponga de tan vastos conocimientos, que haya leído tanto y comprendido tanto como el señor Marx.
Ya por aquel entonces la economía era su única ocupación. Estudiaba con especial atención los economistas ingleses, quienes destacan sobre todos los demás por sus conocimientos destallados y su sentido práctico, formado gracias al análisis de los hechos económicos en Inglaterra, por la dura crítica y por la sincera audacia de sus consecuencias. Karl Marx ha añadido a todo ello dos nuevos elementos: una dialéctica abstracta y sofística (deducida de la escuela hegeliana, exagerándola en ocasiones hasta el exceso y la perversión) y el aspecto del comunismo.
El señor Marx ha leído naturalmente a todos los socialistas franceses, desde Saint-Simon hasta Proudhon inclusive. Ya es conocido el hecho de que no pudiera soportar a Proudhon. Su crítica de éste contiene de hecho muchas cosas verdaderas, pues, a pesar de sus esfuerzos por crear una base sólida para su teoría, Proudhon ha seguido siendo un idealista y un metafísico al partir del concepto abstracto del derecho, para alcanzar sólo entonces el hecho económico. Marx, por el contrario, ha expresado y demostrado el indiscutible hecho -confirmado por la historia antigua y moderna de la sociedad humana, de las naciones y de los estados- de que las situaciones económicas siempre preceden al derecho político y jurídico. Éste es uno de los principales méritos del señor Marx.
Por otra parte, resulta notable el hecho -nunca admitido por el señor Marx- de que en el aspecto político es discípulo de Louis Blanc. Si bien es cierto que gracias a su inteligencia y su erudición es muy superior a ese pequeño revolucionario y fracasado estadista, sin embargo, como buen alemán y a pesar de su respetable altura, se ha adscrito a la doctrina del pequeño francés.
Ahora bien, esto tiene una fácil respuesta. Tanto el retórico francés, en su calidad de político burgués y apasionado admirador de Robespierre, como también el erudito alemán, en su calidad triplemente característica de hegeliano, judío y alemán, tanto el uno como el otro son convencidos estadistas y defensores del comunismo autoritario. La diferencia entre ambos está en que uno sustituye los argumentos por la retórica, mientras uqe el otro, como corresponde a un alemán tosco y erudito, envuelve el caro principio en los sofismas de la dialéctica hegeliana, sirviéndose para ello de los medios que le ofrecen sus amplios conocimientos.
Aproximadamente hacia 1845 Marx se hizo cargo de la dirección de los comunistas alemanes. Más tarde fundó la asociación secreta de los comunistas alemanes o socialistas estatales en compañía de su fiel amigo Engels, que disponía de la misma inteligencia y algo menos de erudición, y que no mostraba tanta disposición a la difamación, la mentira y las intrigas políticas.

1843/45



Enzensberger, H.M., Conversaciones con Marx y Engels, Editorial Anagrama
(edición compacta marzo 2009)

1 comentario:

metaplasmo.- dijo...

hegeliano, judío, y alemán