17.6.09

Me encontraba yo caminando por la calle Amenabar , eran las 19.30 del día martes 16 de junio del corriente año. Me detuve en la parada de colectivo correspondiente a la línea 114, hacía frío y había olvidado mis guantes en casa (no sabía que hacer con las manos). Cuando miré al piso vi un papel medio sucio y arrugado que llamó mi atención. Lo levanté, lo abrí, era una hoja rota de esas que usábamos para nustras carpetas en la primaria. Contenía la siguiente inscripción, y por la tipografía pude suponer que había sido escrita por un chico:

le hizo un par de promesas imprudentes
y así fue que de ella se aburrió.
las minitas aman los payasos
y la pasta de campeón.



Lo miré durante varios minutos. Mi colectivo llegó y dejé el papel exactamente donde lo había encontrado. No creo ser la única que hoy en día necesite semejantes señales, no podía ser tan egoísta de llevarlo conmigo.

4 comentarios:

Eric B. dijo...

conciso y claro.


claro y diferente.

Claudel dijo...

genial

clara elena dijo...

hubiera sido genial que lo inventaras, pero qué ficción tan penosa, no?
más vale entonces conseguirse unos guantes para apañar el invierno.

frey chinelli dijo...

la poesía tajante y redonda

nunca los merqueros
tuvieron tanta razón