The Eraser

Y en todo mi intento por sincerarme, sin que estas mismas verdades sean, a su vez, la catarsis de una tristeza, intentaré balbucear algo acerca del amor y el desamor (por sobre todo, el desamor…). Entonces, dejando ya de ser al amor esa palabra, y teniendo en cuenta las verborragias acusaciones del subconsciente, no queda más que la inclinación hacia la tragedia, la inevitable caída del olimpo. Porque cuando los ojos ya no son los mismos, ni las bocas las buscadas, el final acecha y las esperanzas ausentan. Nos resta el entendimiento que se resiste y el corazón que aún quiere, de esos quereres absurdos, impotentes. Ahuyentamos las voces capilares, oh! y la limpieza como primer síntoma de la búsqueda hacia lo racional. Nos damos cuenta al fin que la magia no era tan mágica ni el verde tan hermoso, y hacemos lugar a la llegada del desamor. Y virtuosos aquellos que sobrevivan de pie y sin rodillas a tales circunstancias, cuando el mundo deja de ser mundo, y nuestras narices pierden el olfato.